lunes, 28 de mayo de 2012

Llueve a mares. Cap 1. Parte 3

El duro sol rozaba mi cara, notaba sus rayos atravesar mis parpados obligándome a despertar. Todas las mañanas yo me ocupo de ir a casa del viejo Yenk a por un cubo de agua, con el cual debemos pasar todo el día. Yenk es un anciano muy amigo de mi abuelo, que es capaz de ir al pozo y volver con una tinaja grande en cada brazo. Esa mañana me tocaba ir a cazar Ñandúes con el grupo de mi abuelo. Los atraparíamos tanto a ellos como a sus huevos. La cacería tendría lugar en una pequeña zona con plantas y arbustos secos. Mi abuelo me da mi jabalina y mi cerbatana, solo los mas experimentados pueden usar el arco. Nos arrodillamos todos entre la maleza, y empezamos a arrancar hojas para pintarnos la cara. Ya que nos protege de posibles picaduras de insectos. Una vez que estamos todos pringosos, vamos reptando por el suelo. Muy lentamente, palpando el terreno buscando los huevos. Para mi esta destinada una zona en la que los Ñandúes suelen dejar sus nidos, siempre voy primero allí con mi bolsa a llenarla lo máximo que pueda. Veo a lo lejos un gran animal pasar corriendo, mi intriga y ansias de traer la mejor pieza al poblado me incita a seguirla. Con mi jabalina en una mano y mi cerbatana cargada, salgo detrás de mi presa velozmente. Como me enseño mi abuelo, planto el pie lo menos posible por el suelo. Mas que correr, salto esquivando las ramas para no delatar mi posición. Agotado, para mi gran alivio veo al animal agachado a unos pocos metros de mi.

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