miércoles, 23 de mayo de 2012

Llueve a mares. Cap 1. Parte1

El calor reseca mi piel, los pies rozan suavemente la tierra. Mis dedos exploran ese mundo de sensaciones, deleitándose con cada piedra, con cada grano de arena, pero... eso no es suficiente. Mi cuerpo pide a gritos otra sensación, "esa sensación" que pocas veces he visto. Mis padres me contaron de pequeño una historia sobre lucheri. Se decía que era un ser capaz de transformar lar lagrimas en agua, se aprovechaba del dolor y lo transformaba en algo bello para los demás. A mis trece años, solo he llegado a ver el agua en un pozo oscuro a cuatro kilómetros del pueblo. Nunca he andado por las áridas calles tropezando con algún charco, ni he notado el tacto que tiene el barro. Términos que conozco gracias a mi abuelo, el me cuenta aventuras que realizo de joven. A visitado sitios en los que todo era verde allá donde miraras, grandes lagos inundaban de belleza el paisaje. ¿Que forma puede tener un lago?, espero algún día tener la oportunidad de verlo con mis propios ojos. Como habéis podido deducir, vivo en el desierto. Aquí la vida es difícil, pero fácil a su manera. Las chozas son de ramas secas atadas con tallos, suelen vivir dos o tres familias por choza. Aprovechando el espacio, podemos conservar mejor el frió y evitar exponernos al sol demasiado tiempo. Yo estoy cansado de estar en esa vieja manta, aguantando a los hijos de Mar´thai. Remo y Thold. Son mas pequeños que yo, de seis años los dos. Incontrolables niños, o bichos como yo suelo llamarles, que corretean por la choza descolocando todo y llorando cada vez que algo que les gusta se rompe. ¡ Prefiero achicharrarme fuera!. Allí la escuela esta a dos kilómetros del pueblo, solemos ir en viajes de veinte niños en un carro tirado por camellos. Todo el mundo en mi pueblo ama a los camellos, yo los encuentro repulsivos. Solo saben comer, escupir y ensuciarlo todo. Al llegar nos sentamos en el suelo, solo los afortunados que llegan primero consiguen sitio encima de alguna piedra. Nunca sabes quien dará la lección hasta que llegas, hombres y mujeres se turnan cada día para enseñarte algo nuevo de la vida. Como hacerte un turbante, como coger las tunas de los cactus sin agujerearte toda la mano, como cepillar a los camellos o que deben comer. Hay veces que tenemos la suerte de encontrarnos con algun arqueólogo que nos explica algo mas que la simple rutina aqui en el desierto. Cuando cae la noche nos obligan a estar en las chozas por los coyotes que merodean por los alrededores, y todos los días se turnan tres hombres para cuidar el ganado.

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